lunes, 11 de septiembre de 2017

Leches de crecimiento: innecesarias y caras

Los mensajes publicitarios inducen a los padres a pensar que las leches de crecimiento son el alimento ideal para el perfecto desarrollo del niño. Pero en realidad, a partir de un año, el niño ya sigue una dieta variada y toma todos los nutrientes que necesita en la fruta, verdura, carne, pescados, huevos, cereales y, por supuesto, en la leche de vaca.

Las llaman de crecimiento para atraer la atención, y crean unas expectativas injustificadas y cierta confusión que hay que pagar a un alto precio. Mientras que por un litro de leche entera pagamos de media unos 0,70 euros, por la leche de crecimiento pagamos casi el doble o el triple si su presentación es en polvo.

Azúcares, aromas y menos calcio es lo que realmente aportan

Las leches de crecimiento son preparados lácteos que han modificado la composición de la leche de vaca. La grasa láctea se ha sustituido por grasas poliinsaturadas, más ricas en ácido alfa linolénico (ALA) y en ácido decosahexanoico (DHA), y se han enriquecido con hierro, yodo o vitamina D.



Es verdad que los niños de corta edad pueden tener deficiencias de esos nutrientes añadidos, pero también es verdad que deben incorporarse de manera natural en la dieta diaria:


  • La fuente natural de ALA son los aceites de semillas (lino, girasol, canola...) y frutos secos, que pueden tomar triturados y en pequeñas cantidades a partir de 2 años.
  • El DHA se encuentra en pescados sobre todo grasos, como el salmón, el arenque, la anchoa, el atún...
  • Las fuentes naturales de hierro son la carne y el pescado. Hay yodo en el marisco, el pescado o en la sal marina.
  • La vitamina D está, sobre todo, en lácteos, huevos y pescados grasos, y el organismo también puede sintetizarla cuando tomamos el sol.


Este tipo de leches de crecimiento también contienen sacarosa y fructosa para endulzar. Y lactosa, azúcar natural de la leche, en la leche en polvo. Además de estos azúcares se suelen añadir aromas, igualmente innecesarios y su contenido en calcio es de 80-110 g, frente a los 115 mg/100 g de la leche de vaca.

La leche de vaca, poco a poco. Aunque en el primer año de vida la leche de vaca no es un alimento adecuado, después se puede ir introduciendo en la dieta. Primero en forma de yogures o pequeñas cantidades de queso fresco y a partir del primer año se aconseja tomar unos 600 ml de leche al día (alrededor de tres vasos), en forma de leche, yogures o como un ingrediente más en la elaboración de purés.

A menos que el médico aconseje otra cosa, nuestra recomendación es que se opte por la leche entera de vaca, de buena calidad y más económica. Y en el caso de que el médico aconsejara una leche suplementada, es mejor que escoger una que no lleve azúcares añadidos, ni aromas, que pueden desvirtuar el sabor natural de la leche y no ayuda a que el niño aprenda unas pautas correctas de alimentación.


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