miércoles, 6 de julio de 2016

La violeta africana (Saintpaulia)

La violeta africana es una planta idónea para espacios interiores, que se destaca por su agradable aspecto y sus pequeñas dimensiones. Este artículo detalla las principales características de la violeta africana, como su capacidad para dar flores durante todo el año y la belleza de sus vivos colores. Además, enumera los cuidados y atenciones que requiere, sobre todo, mucha luz y poco riego, y cuenta la historia de su nombre científico, Saintpaulia.

La violeta africana es un género compuesto por seis especies de plantas muy bonitas, que se adaptan muy bien a ambientes interiores. Su nombre científico es Saintpaulia, y el coloquial deriva de su parecido con la violeta común (de la familia Violaceae). Además de su belleza, tiene la ventaja de dar flores durante todo el año, lo cual realza su valor decorativo.

Es una planta pequeña, que crece sobre todo hacia los costados. Por lo general, su altura no excede los 15 centímetros, mientras que de diámetro puede alcanzar el doble de ese tamaño.

Tiene hojas ovaladas o redondas, y unas flores que, según la especie, pueden ser violetas, moradas, azules o blancas. Los estambres, por su parte, son amarillos. Las flores están cubiertas por pilosidades que les dan a su superficie un aspecto aterciopelado. En la intensa vivacidad de estos colores suele radicar buena parte de su belleza.



Como su nombre común indica, esta planta es originaria de África. En concreto, de Tanzania y Kenia, en regiones del llamado bosque nuboso, de abundante vegetación, altos niveles de humedad y gran concentración de niebla al nivel del suelo. De hecho, la deforestación de estas tierras con el fin de utilizarlas para agricultura hace que muchas especies silvestres de violeta africana estén en peligro de extinción.

Cuidados y atenciones

Estas plantas, y en particular sus flores, son bastante delicadas. Necesitan mucha luz, aunque, salvo en invierno, no deben quedar expuestas directamente al sol. Además, son vulnerables a las corrientes de aire. La mejor temperatura para ellas ronda entre los 17 y 21 grados, y no resisten fríos inferiores a 10 grados.

A la violeta africana tampoco le viene bien un riego excesivo. Si recibe demasiada humedad, muy pronto un moho gris terminará por acabar con sus hojas. La mejor manera para regarlas es por capilaridad, es decir, "desde abajo": se coloca la maceta con la planta sobre un plato con agua y se deja allí durante una media hora; luego se retira el exceso de agua. Lo recomendable es realizar de forma periódica esta técnica, con el fin de evitar que la planta se seque demasiado.

Incluso excesos mínimos de humedad pueden dañar la planta. Por eso, si se desea limpiar el polvo de sus hojas, conviene hacerlo con un pincel seco de cerdas suaves, y nunca con un paño húmedo ni nada que implique mojar partes del ejemplar.

Otra ventaja de la violeta africana es que, como es pequeña, en general no necesita trasplantes porque ya no quepa en el tiesto donde crece. Tampoco precisa demasiados abonos: le basta con un poco de fertilizante líquido en el agua de riego cada tres semanas en los meses de altas temperaturas (primavera y verano).

Para la multiplicación, la forma más sencilla es a través de esquejes, pero también se puede efectuar por medio de semillas y por el método de separación de retoños.

Al igual que muchas especies de interiores, las principales plagas que sufre son las de pulgones, cochinillas blancas, trips y algunos hongos.

La historia del nombre Saintpaulia

La denominación técnica de la violeta africana, Saintpaulia, se deriva del nombre de la persona que la llevó por primera vez de su lugar de origen a Europa. En este caso, fue el barón alemán Walter von Saint Paul-Illaire, quien envió semillas desde la actual Tanzania a su padre en 1892. Un año más tarde, el género fue descrito de manera científica por el botánico Johan Wendland.

En la década de 1880, dos botánicos británicos habían llevado ya algunos ejemplares a su país, pero, al parecer, las muestras no tenían la calidad suficiente para un análisis certero. Por eso, el homenaje del nombre recayó sobre Saint Paul-Illaire.

Fuente:
http://www.consumer.es/web/es/bricolaje/jardin/2013/06/22/217115.php

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