lunes, 9 de mayo de 2016

El incienso: Incombenientes

Poner incienso para ahuyentar los malos humos del tabaco es apagar fuegos con napalm. El mal ambiente está garantizado.

El análisis de OCU lo deja claro: la casa de alguien que quema incienso habitualmente resulta tan tóxica como la de un asiduo fumador.

Y si además de fumar tabaco pones incienso… vas a respirar petróleo.

Humo con sorpresas

El humo del incienso (y de muchos aceites aromáticos) es el resultado de quemar sustancias derivadas del petróleo.



Tu salud lo nota cuando estas emisiones superan una cierta concentración. De las muchas cosas que llevan, estas 3 son especialmente desagradables:


  • Benceno: es tóxico y potencialmente cancerígeno. Un cigarrillo emite 60 microgramos de benceno por metro cúbico, pero hay conos de incienso que emiten 490 microgramos (ocho veces más).
  • Partículas finas: si las respiras se quedan a vivir en tus pulmones (pueden causar problemas respiratorios). En un sitio donde no se fuma la concentración de partículas finas por metro cúbico apenas llega a los 30 microgramos. En un bar de fumadores supera los 180. En el mercado hay varitas de incienso que emiten más  de 3.000 microgramos por metro cúbico.
  • Formaldeído: es tóxico y potencialmente cancerígeno. El límite ideal es de 10 microgramos por metro cúbico, pero hay aceites aromáticos que superan los 200.


Los inciensos y aceites aromáticos NO limpian el ambiente. Lo que hacen es enmascarar otros olores bajo un humo espeso que puede hacerte daño.

Fuentes:
http://www.ocuconsumity.com/in-corpore-sano/incienso/

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