viernes, 11 de marzo de 2016

Porqué el azúcar no mejora nuestra atención

Desde hace años es fácil escuchar frases parcialmente ciertas como “tienes que tomar glucosa para que tu cerebro funcione” o “toma dulces antes de un examen para estar más atento”. En la entrada de hoy veremos cuánto de cierto tienen estas afirmaciones. Entre los factores que influyen en nuestras habilidades cognitivas, puede que uno de los más famosos sea la ingesta de glucosa y carbohidratos en general.

A día de hoy, podemos decir que las personas con mejor tolerancia a la glucosa tienen mejores puntuaciones en su memoria y responden mejor a la ingesta de las fuentes de hidratos de carbono, esto es por tanto muy importante para personas con Diabetes o de avanzada edad, ya que en estas condiciones se desarrolla una resistencia a la insulina que no permite tolerar tan bien la glucosa sanguínea (glucemia).

La nutrición es por tanto objeto de estudio en esta relación, evidenciando por ejemplo que la falta de desayuno produce efectos negativos sobre la memoria y que está relacionado con el nivel de glucosa en sangre.




Esquema regulación glucemia

Además de la influencia de la glucosa por su archiconocida función de combustible energético cerebral, se conoce ampliamente el efecto que produce el agua, en especial la carencia de ella. Por tanto tenemos que considerar que la deshidratación supone un importante factor de riesgo para la caída de las habilidades cognitivas. Todo este conjunto de factores dietéticos que influyen en la concentración, memoria, atención… se vuelven particularmente importantes cuando hablamos de nuestros trabajo, nuestros estudios, o los resultados de las competiciones o torneos deportivos, y por supuesto en los exámenes. Ya de paso podéis recordar para lo poco que servían el Ginseng, el Fósforo o la Jalea Real para este propósito.

El papel del desayuno en el rendimiento mental
No sólo importa el hecho de desayunar, sino qué macronutrientes se toman en el desayuno, ya que la velocidad con la que el azúcar llega a sangre no es la misma si se toman hidratos de carbono solos o si se toman acompañados de proteínas y grasas. Esta segunda opción con un desayuno completo, facilita una liberación más lenta de los hidratos de carbono en sangre, evitando por tanto picos de glucemia bruscos en nuestra organismo que perjudicarían nuestra atención y memoria.

Esto es además sin duda, otro argumento que desacredita a las Dietas Disociadas, ya que no tendría ningún sentido en este aspecto separar los macronutrientes de una misma ingesta.

La importancia de la proporción del desayuno ha llevado a hacer estudios como este, donde se compararon 8 diferentes tipos de desayuno con distintas proporciones de nutrientes, por lo que cada uno de ellos tuvo una diferente velocidad de asimilación de la glucosa (índice glucémico). Tras medir el nivel de glucosa de estas personas darles de desayunar, ser les sometió a diferentes test cognitivos y así ver la relación: “Desayuno-Índice glucémico-Resultados cognitivos”

Los resultados del estudio son dispares, pero se puede concluir que es fundamental la tolerancia individual a la glucosa (es decir, de cómo responde el individuo a ella). Aquellas personas con menor glucosa en sangre (es decir, que habían conseguido “sacarla” de sangre y la habían llevado a los tejidos y al cerebro) tenían mejores resultados en memoria; sin embargo, estos resultados eran diferentes en el caso de la atención y la respuesta, donde las personas con mayores niveles de glucosa en sangre respondían más rápido a los tests.

Esto nos lleva a la conclusión global de que los desayunos deberían ser una ingesta con los tres tipos de macronutrientes (para ralentizar la liberación en sangre) y que no deberían ser muy copiosos. En especial tratando de evitar altos índices glucémicos en personas con bajas tolerancias a la glucosa.

Esto irremediablemente nos empuja a intentar sustituir los cereales azúcarados y los panes refinados por cereales integrales, y darle más importante a la fruta o a alimentos con bajo Índice Glucémico y con todos los macronutrientes como la leche. Tal y como muestra el estudio, unas mejores puntuaciones en memoria se asocian al consumo de comidas que producen poco incremento en la glucemia. (No mucha energía, bajas en carbohidratos y proteínas).

Grasa saturada y función cognitiva

La ingesta de grasa saturada se ha relacionado con la disminución de varias funciones cognitivas como es el caso de la memoria o la atención, como es por ejemplo el caso de este estudio, donde se encuentra un efecto protector para los ácidos grasos omega-3 y el efecto contrario para la grasa saturada. Estos resultados negativos se han hecho extensivos también a la memoria a largo plazo, la memoria de trabajo y la fluidez a la hora de hablar. Un ejemplo es esta intervención, que dio una dieta alta en grasa total (70% de la Ingesta energética) obteniendo peores resultados en los test de función cognitiva.

Deberíamos priorizar por tanto en nuestra dieta la presencia de pescado frente al de la carne, en especial de aquellos productos derivados con más grasa saturada (embutidos o procesados). Esta elección está muy relacionada con los mismos motivos de elección de la dieta de protección cardiovascular.


Azúcar, índice glucémico y función cognitiva

No sólo la grasa saturada se ha relacionado con estos peores resultados, la ingesta de azúcar refinado produce a corto plazo pérdida de memoria postprandial (después de comer) tanto en adultos sanos como en personas con diabetes. También se ha asociado con el deterioro cognitivo, la aparición de enfermedades crónicas, o como vimos hace poco en otra entrada, con la severidad del acné infanto-juvenil.

La combinación además de estos dos factores (azúcares refinados y grasa saturada) es aún más negativa. Esta coincidencia se daría en el caso del consumo de algunas comidas procesadas (dulces, chocolates, lacteos azucarados…) que también se han asociado con peores resultados en test de fluidez verbal y vocabulario.

Un estudio reciente ha demostrado que la incidencia del TDAH (Trastorno por déficit de atención por hiperactividad) es mayor en aquellos adolescentes que consumen una dieta occidentalizada (con una mayor ingesta de grasas totales, grasas saturadas, sodio y azúcares refinados) frente a aquellos que tienen una dieta saludables. Esta asociación estaba todavía presente tras controlar otras variables como la edad, sexo, factores socio-económicos… que podían “ocultar” el verdadero motivo, por lo que la dieta se desmarca como un factor fundamental en el desarrollo de esta condición.

En definitiva, las dietas con altas ingestas de ácidos grasos saturados y altos índices glucémicos producen peores puntuaciones en diferentes test neurológicos, además, las dietas occidentalizadas no sólo se relacionan con enfermedades crónicas como la hipertensión, sobrepeso, obesidad, dislipemias… sino que se empiezan a encontrar relaciones con el TDAH y ciertas enfermedades neurodegenerativas.

Estas recomendaciones se traducirían en las siguientes pautas dietéticas:

  1.     Aumentar la ingesta de fibra para amortiguar los niveles de glucemia (incrementar las raciones de frutas, verduras legumbres).
  2.     Priorizar la elección de cereales integrales frente a los refinados.
  3.     Incrementar la presencia del pescado en la dieta frente a la carne, en especial los derivados cárnicos procesados.
  4.     Evitar en la medida de lo posible el consumo de azúcar refinado (dulces, bollería, azúcar de mesa…). Recomendando como fuente principal de hidratos de carbono los alimentos de bajo índice y carga glucémica. (Verduras, frutas, legumbres y cereales integrales).
  5.     Tomar un desayuno variado evitando productos azucarados en él y priorizando frutas, lácteos, fuentes magras de proteína y cereales integrales.

Fuente:  http://midietacojea.com/2013/10/21/rendimiento-mental-y-dieta-el-azucar-mejora-nuestra-atencion/

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